Friday, April 21, 2006

¡Así nacimos!


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Querido Timoteo:

Gracias por animarme a hablar de los comienzos de la Marcha y sobre todo de cómo dimos los primeros pasos que marcaron definitivamente nuestro comienzo. Debido a que me han caído rápidamente estos treinta años encima, sin casi darme cuenta; y, que al ponerme más viejo, la mente se me ha ido nutriendo de aquellos tiempos pasados, lo haré. Además, es natural para ti, “marchista hasta el hueso”...que intentes descubrir algo de las raíces de tu pasión evangelizadora.

Es necesario decirte en primer lugar que desde el principio tuvimos que enfrentar diversos problemas, los cuales nosotros convertimos en desafíos. El primer problema que tuvimos que enfrentar fue con nosotros mismos, en mi caso, tuve que aprender a evangelizar persona a persona. Por aquel tiempo en nuestras iglesias bautistas, la mayoría de nosotros teníamos en mente que una persona se convertía en un templo, generalmente, levantando la mano y pasando al frente. En otras palabras, la evangelización era “templo-céntrica”. Uno de los medios que más utilizábamos eran las campañas evangelísticas y la predicación desde el púlpito, siempre en el templo. Tuve el privilegio de ir al Seminario Teológico Bautista de Venezuela y ser enseñado en la preparación de sermones por ese príncipe de los predicadores venezolanos, el Rev. Germán Núñez Bríñez. Así que al egresar del Seminario me dediqué a predicar. Gracias al Señor, tuvo misericordia de mí y tuve algún éxito como evangelista, no solo en Venezuela sino también fuera de mi país. Pero yo no me sentía bien con un ministerio así de por vida. Habiendo sido yo mismo un laico muy dedicado al Señor y fotógrafo clínico en el Hospital Vargas de Caracas, me encontré que algunos de las personas que intenté evangelizar, nunca llegaron ni llegarían al templo de la iglesia Emanuel de la Castellana en donde era miembro. Es más la muerte me los había ganado al sacarlos de esta vida sin Cristo y desde mis propias manos. Era necesario no llevar a las personas a la evangelización al templo, sino al contrario llevarle la evangelización del templo a donde estaban las personas sin Cristo.

Pasaron rápidamente varios años y ahora era el pastor de la Iglesia Bautista el Buen Pastor de Maracay. ¡Una gran cosecha de almas que el Señor nos envió en aquellos años, hicieron de El Buen Pastor una iglesia relevante y por supuesto como yo estaba allí, fui bendecido en muchas maneras! La juventud evangélica de Maracay, me involucró en una actividad que se llamaba: Concentración Bíblica Juvenil. Las vigilias de oración y los adiestramientos para la evangelización personal, se pusieron de moda. Muchos se convirtieron en aquellos años y los más de nosotros nos hicimos dirigentes conocidos tanto en el Estado Aragua como en el resto del país. Allí conocí a la Cruzada Estudiantil y Profesional Para Cristo, ellos nos enseñaron a manejar dos folletos: ¿Ha hecho usted el maravilloso descubrimiento de la vida llena del poder del Espíritu Santo?; y ¿Ha oído usted las cuatro leyes espirituales? Para ser honesto con la verdad histórica, yo había sido influido por algunos que se burlaban de esos folletos y que los cuestionaban. Tampoco el movimiento contaba con la aprobación de algunas denominaciones evangélicas, los acusaban de llevarse a sus dirigentes juveniles de sus respectivas iglesias. Aunque yo no hacía ningún problema yendo en contra de aquellos jóvenes del Movimiento Alfa y Omega, ni de sus famosos folletos. Estaba alerta para no dejarme influenciar por ellos. Por lo tanto, yo procuraba por todos los medios, evadir sus adiestramientos y su literatura.

Gustavo Torres, era un joven estudiante de medicina en Facultad de Medicina de Maracay. Gustavo, era hijo de una hermana muy fiel y consagrada de la iglesia. Aquel joven, venía de vez en cuando, sobretodo, en las fechas importantes. Por eso, me extrañó verlo entre la cantidad de hermanos que llenaban nuestro pequeño templo, aquella mañana. También me sonó extraño que cuando me presentó a varios de sus compañeros de estudios, antes de iniciar el culto, me dijera: “¡Pastor le presento a mis discípulos!”... Prediqué he hice la invitación, Gustavo se puso en pie y con él “sus discípulos”. Pasaron al frente, me bajé de la tarima para atenderlos. Gustavo, tomó la palabra por sus amigos y me dijo: “Pastor, ellos ya son cristianos...ellos vienen para que usted los bautice...” Terminamos el culto pero las palabras de Gustavo Torres, “le presento a mis discípulos” no dejaban de rondarme en mi mente desde que las recibí.

La Semana Santa de 1976, estaba cercana. Yo le había pedido a Gustavo Torres que me consiguiera las Cuatro Leyes Espirituales y la Agenda de Educación Cristiana, porque eran los materiales que él utilizaba con “sus discípulos”. Me suministró lo que le pedí, los estudié a fondo, pero yo quería tener la experiencia de primera mano. Así fue como un día por la mañana, empecé a visitar algunos edificios cercanos al templo de la Iglesia Bautista El Buen Pastor de Maracay. Hoy puedo decir que el Señor guiaba mis pasos hacia el hogar que Él quería que yo visitara. Era el apartamento de un militar, Maestro Mayor del Ejército venezolano. Toqué la puerta, un hombre de unos cuarenta años, me abrió. Me invitó a pasar, yo no le dije que yo era el pastor de la iglesia de la cuadra, me presenté como un creyente en la fe del Señor Jesucristo y que quería compartirle el folleto: ¿Ha óido usted las cuatro leyes espirituales? Mi corazón parecía que se me iba a salir del pecho cuando yo le presentaba el mensaje, a su lado estaban la esposa de aquel hombre y sus dos hijas adolescentes. De los cuatro que evangelicé, solo la esposa dijo que iba a pensarlo mejor, pero los tres aceptaron la invitación a orar para recibir a Cristo. Lo que vino a continuación no podía ser más emocionante para mí, yo estaba conmovido, ellos también. Les dije que volvería al día siguiente para discipularlos...era la primera vez que utilizaba el término. Al día siguiente, estuve para compartirles la primera lección de la Agenda de Educación Cristiana, ellos estaban visiblemente emocionados y obviamente yo también. La esposa me pidió permiso para ir y preparme un cafecito, todos sabíamos que era su excusa para no estar en la lección. Mientras le compartía las cuatro bendiciones que ellos estuvieron al recibir a Cristo el día anterior, escuchamos a la esposa desde la cocina, cuando exclamó: “¡Que va yo no quiero perderme esas bendiciones!, ¿puedo yo también entregarme a Cristo? Todos corrimos hacia la puerta de la cocina, y lloramos mientras la dama oraba, arrepintiéndose y aceptando a Cristo. Al terminar aquel primer encuentro discipular y ver la mano del Señor en todo aquello. Mientras bajaba las escaleras del edificio, el pulso se me aceleraba por llegar a casa y decirle a Mary: “Mi amor, ¡ya tengo mis discípulos!..

¡Así nacimos! Para no alargar excesivamente esta carta, dejo para las próxima algunas consideraciones sobre, nuestros inicios porque la historia que hoy te he contado, no termina allí. Es apenas el fin del principio. Aquellos primeros discípulos marcaron lo que iba a ser posteriormente la Primera Marcha Evangelizadora.

Un abrazo.


Francisco

Ps. En la fotografía podemos apreciar nuestro amado: Daniel Robayo, rodeado de los facilitadores en el Entrenamiento de 1997, en ocasión de los 25 años de Marcha Evangelizadora. La labor desempeñada por nuestro amado Generalísimo, ha sido inestimable en términos humanos, nos acompaña desde la Novena Marcha Evangelizadora en 1984. ¡Que el Señor continúe bendiciendo las vidas de Daniel y su esposa Bertha! En realidad, Daniel estaba impactado con la estrategia desde 1979, cuando celebramos el Primer Congreso Evangélico de Venezuela.
El alcance del ministerio de este amado (G.R de las Fuerza Aérea Venezolana) dentro de la obra evangélica venezolana, y en particular, con la Convención Nacional Bautista de Venezuela, los últimos 25 años, sólo la conoceremos en la eternidad. Daniel, amado en Cristo, gracias por contagiarnos de tu delicadeza, integridad y pasión por tu amado Señor Jesucristo. Simplemente en nombre de todos los jóvenes marchistas que has impactado con tu preciosa vida: ¡Gracias!
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